
Fuente Religión Digital
(J. B.).- Francisco culminó un intenso día de trabajo, uno más -el penúltimo- dentro de su gira por Ecuador, Bolivia y Paraguay, con elrezo de vísperas en la catedral de Asunción. Una oración mezclada con los dialectos que se hablan en este precioso país, y al término de la que el Papa hizo un llamamiento a "ponernos en oración" y reconocer que "somos las manos de Dios que alza de la basura al pobre", así como un toque de atención a los religiosos que "tratan a los demás como si estuvieran un peldaño más alto".
"Dios nunca defrauda y por eso le alabamos agradecidos" apuntó el Papa, quien reclamó la obligación de la Iglesia de asemejarse a su señor. "Cada uno de nosotros queremos irnos pareciendo más a Jesús", señaló ante unos 2.700 religiosos y laicos invitados (1.300 en el interior, y otros 1.400 en la explanada contigua, a través de una pantalla gigante).
"La oración nos da impulso para ponernos en acción. Somos nosotros las manos de Dios que alza de la basura al pobre", apuntó el Papa, quien añadió que "somos nosotros los que trabajamos para que la tristeza de la esterilidad se convierta en la alegría del campo fértil"
Por ello, animó a defender "la valía de toda la vida humana, desde el nacimiento hasta que los años son muchos y las fuerzas pocas", y a "estar pegados a Jesús", creando "unidad en la diversidad".
"Quiero exhortarlos a todos ustedes a comprometerse en la colaboración eclesial,especialmente en torno a los planes pastorales de las diócesis y la misión continental. Si la división entre nosotros provoca esterilidad, no cabe duda que de la comunión y la armonía nace la fecundidad, porque son profundamente consonantes con el Espíritu Santo", apuntó.
"Todos tenemos limitaciones, ninguno puede reproducir en su totalidad a Jesucristo", aclaró Bergoglio, quien sí reclamó algunos "rasgos comunes e irrenunciables", como "no hacer alarde de su categoría de Dios". Así, "aquel llamado por Dios no se pavonea, no anda tras reconocimientos ni aplausos, no siente que subió de categoría, ni trata a los demás como si estuvieran un peldaño más alto".
"La supremacía de Cristo: hacernos perfectos como el gran pastor de las ovejas, y eso supone asumir que todo consagrado se configura con aquel que en su vida terrena, entre ruegos y súplicas, alcanzó la perfección cuando aprendió sufriendo qué significaba obedecer. Y eso también es parte del llamado", culminó el Papa, pidiendo a los asistentes "dejemos al Señor hacer, que Él haga a través de nuestra vida, grandes cosas en el Paraguay".
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