
Fuente Religión Digital
(Jesús Bastante).- Como un boxeador antes de saltar al Caesar Palace, Francisco apareció entre flashes, gritos y aplausos, rodeado de su equipo de seguridad. Como en un concierto de rock: el encuentro con los representantes de la sociedad civil paraguaya fue un nuevo baño de masas para el Pontífice. Junto al discurso a los movimientos populares en Bolivia, las palabras a la sociedad civil de Paraguay marcarán época. Por lo que dijo, y por cómo lo dijo, sin temor a denunciar la corrupción y los secuestros delante del gobierno en pleno, o las "ideologías, que siempre acaban en dictaduras. Piensan por el pueblo, no lo dejan pensar. Las ideologías no asumen al pueblo"
"Francisco, querido, el pueblo está contigo", cantaron los miles de asistentes, que obsequiaron al Papa con un concierto y con una suerte de musical sobre la vida de San Francisco y su "Laudato Si" que emocionaron a un Bergoglio cansado pero convencido de que está ante la parte final de un viaje histórico. Al final del mismo, Francisco se abrazó a "Francisco", y bendijo a todo el elenco.
Cinco personas pronunciaron breves preguntas a Bergoglio. En realidad, fueron seis, porque porque una mujer defendió delante del Papa, con efusividad y pasión, los derechos de los pueblos indígenas y los secuestros a manos del ejército de algunos opositores, ante el estupor del presidente, Horacio Cartes. Hasta ese momento, y salvo alguna protesta, el trayecto por Paraguay estaba resultando mucho más plácido que el transitar papal por Ecuador o Bolivia. No fue la cosa a más, pero la sociedad civil del país demostró que está preparada, y sabe ser crítica, incluso con un gobierno que está llevando estabilidad a la democracia del país latinoamericano.
El Papa fue anotando en un papel palabras, reflexiones.... No eran todas las preguntas las pactadas, y Francisco tuvo que improvisar, quiso improvisar, y denunciar a "las ideologías, que siempre terminan en dictaduras", y "la corrupción, que es la polilla, es la gangrena de un pueblo". A su vez, invitó a los paraguayos a "no negociar su identidad. Y cuál es la identidad en un país: el amor a la Patria. La Patria primero, después mi negocio".
"Estoy contento de estar con ustedes, para compartir esos sueños e ilusiones, y también problemas", arrancó el Papa, quien subrayó que "Gracias a Dios Paraguay no está muerto", pues "un pueblo que vive en la inercia de la aceptación pasiva, es un pueblo muerto. Veo en ustedes la savia de una vida que corre y quiere germinar, y eso siempre Dios lo bendice. Dios siempre está a favor de todo lo que ayude a mejorar la vida de sus hijos"
"Todos son necesarios en la búsqueda del bien común", añadió Francisco, quien pasó a responder algunas de las preguntas. Las primeras, dirigidas al papel de la juventud y su búsqueda de la felicidad, que "exige compromiso y entrega", que "son muy valiosos y no son como para andar por la vida como anestesiados".
Así, invitó a los jóvenes a "jugársela por algo, a jugársela por alguien". "No tengan miedo de dejar todo en la cancha. Jueguen limpio, jueguen con todo, no tengan miedo de entregar lo mejor de sí, no busquen el arreglo previo para evitar el cansancio, la lucha. "No coimeen al referee", "no sobornen al árbitro"
En lo tocante al diálogo, Francisco reconoció que "no es fácil", y que "ha de ser sobre la mesa, claro. Si no decís lo que pensás, el diálogo no sirve, es una cinturita". Para ello, "hay que superar muchas dificultades", recordó el Papa, hablando de sus experiencias con representantes de otras confesiones. "Hay budistas, ortodoxos, católicos... pero con su identidad. Uno no negocia su identidad. Y cuál es la identidad en un país: el amor a la Patria. La Patria primero, después mi negocio. Ésa es la identidad. Si dialogo sin identidad, el diálogo no sirve".
Eso sí: "la diversidad no sólo es buena. Es necesaria. La uniformidad nos anula, nos hace autómatas. La riqueza de la vida está en la diversidad". Un diálogo que intente abrirse a "nuevas alternativas", yendo hacia "la cultura del encuentro".
"El diálogo no siempre es un ballet perfecto", añadió el Papa, "en el diálogo se da el conflicto. Y es lógico y esperable. No tenemos que temer el conflicto, somos invitados a asumir el conflicto, no podemos dialogar. Esto significa aceptar sufrir el conflicto, resolverlo y transformarlo en un eslabón de u nuevo proceso. La unidad es superior al conflicto. Una unidad que vive las diferencias en comunión por medio de la solidaridad y la comprensión".
Todo ello, con el "reconocimiento de la dignidad del otro", pues "no hay personas de primera, de segunda, de tercera y de cuarta. Son la misma dignidad". También los pobres: "hay que acoger el clamor de los pobres para una sociedad más inclusiva".
Recordando la parábola del hijo pródigo, Bergoglio señaló cómo "el egoísta se excluye. "No excluir a nadie, pero no auto excluirse, porque todos necesitamos de todos". Al tiempo, llamó a evitar "una mirada ideológica que termina utilizando a los pobres al servicio de otros intereses políticos y personales". Y es que "las ideologías terminan mal, no sirven. Las ideologías tienen una relación incompleta o enferma con el pueblo. Las ideologías no asumen al pueblo".
"Fíjense en el siglo pasado: en qué terminaron las ideologías, en dictaduras siempre. Piensan por el pueblo, no dejan pensar al pueblo. Todo por el pueblo, pero nada con el pueblo, estas son las ideologías", denunció Francisco, quien invitó a "estar dispuestos a aprender de los pobres. Los pobres tienen mucho que enseñarnos en humanidad, bondad, sacrificio y solidaridad. Los cristianos, además, tenemos un motivo mayor: en ellos vemos el rostro y la carne de Cristo, que se hizo pobre para enriquecernos con su pobreza. Los pobres son la carne de Cristo".
"Cuando da limosna, le toca la mano al que da la moneda, o la tira y se echa para atrás? Son actitudes. ¿Lo mira a los ojos o mira hacia otro lado? Eso es despreciar al pobre. Es uno como yo, y si está pasando un mal momento, por miles razones, yo podría estar en ese lugar, y podría estar deseando que alguien me ayude. Y si estoy en ese lugar, tengo el derecho de ser respetado. Respetar al pobre, no usarlo como objeto para lavar nuestras culpas", culminó el Papa, quien volvió a denunciar "la dictadura de la economía sin rostro", que "sacrifica vidas humanas en el altar del dinero y de la rentabilidad".
Improvisando absolutamente -y probablemente a punto de ocasionar algún roce diplomático- Francisco quiso referirse, "fraternalmente, porque hay políticos presentes", a una petición que se le hizo al entrar en la sala. "Me dijeron que una persona está secuestrada por el ejército. Yo no digo si es verdad, no es verdad, si es justo o no. Pero uno de los métodos que tenían las ideologías dictatoriales del siglo pasado era apartar a la gente, o con el exilio, o con la prisión, o en el caso de los campos de exterminio nazi o estalinistas, la muerte".
Finalmente, una denuncia clara y rotunda, del chantaje y la corrupción. "El chantaje siempre es corrupción. La corrupción es la gangrena de un pueblo. Ningún político puede cumplir su rol si está chantajeado por actitudes de corrupción. Eso que se da en todos los pueblos del mundo. Si un pueblo tiene que mantener su dignidad debe desterrar la corrupción".
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