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domingo, 5 de marzo de 2017

Ser discípulo implica una conversión constante



La mañana de este sábado, el obispo Álvarez guió en la Catedral su habitual retiro al comienzo de los tiempos litúrgicos "fuertes", en este caso el de Cuaresma.
El prelado nivariense dividió en dos momentos su intervención. El primero estuvo centrado en el objetivo preferente del curso pastoral. Llevó por título: Ser "discípulo" implica una conversión permanente". En este sentido se preguntó: ¿Qué conversión se nos pide? Álvarez expuso cuatro modalidades de conversión, a saber, la religiosa, la moral, la intelectual y la mística.
Además, subrayó algunos apartados del Catecismo de la Iglesia Católica referido a la conversión de los bautizados y a la penitencia interior. 
En el segundo momento del retiro, Bernardo Álvarez entregó el mensaje de Cuaresma del papa Francisco: "La Palabra de un don. El otro es un don". El obispo de Roma reflexiona acerca de la importancia de la Cuaresma como el tiempo ideal para encontrarse con Jesús vivo en su Palabra, los sacramentos y las personas. Además, insiste en la idea de que el camino a seguir fue mostrado por Cristo quien, en los cuarenta días, “venció los engaños del Tentador”.
Al inicio, expone el Santo Padre en  qué consiste la Cuaresma: “Es un nuevo comienzo, un camino que nos lleva a un destino seguro: la Pascua de Resurrección, la victoria de Cristo sobre la muerte. Y en este tiempo recibimos siempre una fuerte llamada a la conversión: el cristiano está llamado a volver a Dios «de todo corazón», a no contentarse con una vida mediocre, sino a crecer en la amistad con el Señor”.
Hace mención del ayuno, la oración y la limosna como medios santos que la Iglesia ofrece a la comunidad cristiana para intensificar la vida del espíritu; sin olvidar que en “la base de todo está la Palabra de Dios”.
En el apartado de“El otro es un don”, toma como cimiento la parábola que trata sobre Lázaro, el pobre, y el rico. El Obispo de Roma explica que, mientras para el rico Lázaro era invisible, para nosotros no lo es porque tiene un rostro, es un don, un ser querido. “Lázaro nos enseña que el otro es un don. La justa relación con las personas consiste en reconocer con gratitud su valor. Incluso el pobre en la puerta del rico, no es una carga molesta, sino una llamada a convertirse y a cambiar de vida”. Así, el Papa invita a los fieles a abrir la puerta del corazón a los necesitados y reconocer en ellos el rostro de Jesús.
Con la exposición del Santísimo y la oportunidad para recibir el sacramento de la Reconciliación finalizó este retiro de comienzo de la Cuaresma. 

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