Lo que se pretende es ofrecer a todas las parroquia de nuestra diócesis,  una propuesta estable de apostolado asociado para que la acción evangelizadora de los laicos sea más eficaz y se realice en un clima de comunión y celo apostólico, como herramienta básica que cohesione el laicado en las Iglesias locales.
Por eso, este itinerario de formación que ahora se presenta, abarca desde la infancia a la etapa adulta y tiene como base la Palabra de Dios, el Catecismo y el Magisterio de la Iglesia. Asimismo, cuenta con una propuesta metodológica que busca la síntesis fe-vida. Además, la oferta de materiales es muy rica.
Manuel Verdú, consiliario nacional, ha afirmado «no buscamos hacer militantes sino cristianos laicos que puedan vivir su fe en las parroquias»; «generar una red de laicos que, desde su propia comunidad y su vivencia de fe en la parroquia, puedan impulsar este proyecto de evangelización».
Y es que la presencia de los laicos en las parroquias constituye una riqueza incomparable. «Cuando cuenta con laicos formados y comprometidos, -afirma Verdú- una parroquia gana en evangelización, gana en respuesta y en coherencia, porque la tarea evangelizadora es algo que compete a todo el pueblo de Dios, y que en una parroquia los laicos hayan asumido su condición bautismal y la misión de anunciar el Evangelio, hace que la parroquia gane en coherencia y en riqueza, y en capacidad de testimonio».
«Y no solo la parroquia como estructura parroquial, sino como territorio, porque el testimonio de los cristianos va a repercutir en todos los ámbitos de la sociedad en la que está inserta esa comunidad: asociaciones vecinales, en la vida pública… El anuncio del Evangelio tiene que llegar a todos los ámbitos de la sociedad. Gana en coherencia, en responsabilidad y en testimonio de Iglesia».