ACTUALIDAD

martes, 13 de noviembre de 2018

TESTIMONIO DE ENTREGA EN LA IGLESIA. Urbano, el monaguillo más veterano de Burgos



Urbano lleva décadas ejerciendo como sacristán en su parroquia, una labor que desarrolla siempre con la mejor disposición y mucha entrega.

Fuente: Archidiócesis de Burgos. 


Con toda seguridad, Urbano Fernández Val es la persona más querida de Busto de Bureba, su pueblo de toda la vida. Allí vive solo, acompañado por su perrita Mori, que por lo que reza un cartelito en la puerta de la entrada, debe ser la que manda en la casa. Sin embargo, disfruta siempre con compañía de la buena durante todo el día, empezando por la de su hermana Visitación, quien le cuida, y siguiendo por la de sus amigos y familiares, que entran y salen de la casa como si fuera la propia, donde son invitados a comer en una bodeguita que él mismo construyó. Porque la casa de Urbano es la casa de todos, y está abierta a todo el mundo.

Pero si por algo llama la atención Urbano es que a sus 95 años recién cumplidos, sigue «en el tajo» en numerosas tareas: Cuida de su huerto, realiza arreglos en los edificios del pueblo, y de manera especial, está pendiente de todo lo necesario para que la misa del domingo salga bien. Cuando llega ese día, Urbano acude pronto a la iglesia a preparar las formas, el vino y el agua; enciende las velas, toca las campanas y después ayuda al párroco de esta localidad, Henry Osvaldo Gómez, a vestirse con el alba y la casulla. «El color con el que tiene que ir vestido lo miro por la tele», explica. Finalmente, pasa revisión para que todo esté perfecto. Durante la ceremonia está pendiente de todas las tareas, y no duda en arrodillarse en el momento de la consagración para tocar las campanillas. Además, cuando fallece algún vecino, se ocupa de portar una cruz metálica y posicionarse delante de la comitiva del entierro. «Empecé a ayudar en la parroquia porque creo que es algo que hago bien…y no hay más. Desde niño ya tenía inclinación por la Iglesia, así que si estoy aquí, es porque ya estaba llamado a ello».

El primer sacerdote con el que empezó a involucrarse en la parroquia fue Donaciano, ya fallecido, y recuerda lo bien que se llevaba con él y los viajes que hacían juntos: «Me llevó de acompañante a Galicia, Madrid, la Expo de Lisboa, Salamanca, y también a Tierra Santa». Este último fue un viaje del que guarda grandes recuerdos, como el título de peregrino que cuelga de la pared de su casa o una foto en la que se le ve portando la cruz por la calles junto con otros peregrinos. Desde entonces, le cogió gusto a ayudar en la parroquia, tal y como él dice, y no ha abandonado esta tarea desde hace treinta años, en los que ha visto pasar a muchos sacerdotes por el pueblo.

Un hombre incansable

Ahora que roza el siglo de edad, sigue tan incombustible como siempre, aunque ya le han tenido que pedir que deje alguna labor, como la de tocar las campanas. A pesar de las enrevesadas escaleras que llevan hasta ellas y el peligro que tienen para cualquier persona de su edad, Urbano –que fue albañil- las sube con la facilidad y desenvoltura con la que una ardilla trepa por un pino. Aunque Henry le ha prohibido subir hasta el campanario por su propio bien, no duda en hacerlo en cuanto tiene oportunidad. «Es el único ‘pecado’ que tiene, que es muy terco», comenta el sacerdote.

Sorprende que todos los que conocen a Urbano son incapaces de sacarle ni una falta, y se nota que le quieren muchísimo. Destacan de él su bondad, su faceta de amante de la naturaleza y su generosidad, que le ha llevado a trabajar gratis para muchos vecinos –tanto de Busto de Bureba como de otras localidades cercanas- solo para ayudar. Su hermana Visitación lo describe como «un trabajador nato» y él le quita importancia diciendo que no ha trabajado mucho más que otros, pero que fuerza de voluntad «ha puesto toda la que ha hecho falta». «¡Pero jubílale ya!», dice bromeando un sobrino de Urbano a Henry. Sin embargo, si algo está claro es que el único que decide aquí si se jubila o no de sus tareas en la iglesia es el propio Urbano, que tiene intención de seguir al pie del cañón hasta el final. Una dedicación que le ha llevado a convertirse en el monaguillo más veterano de todo Burgos, «y no sé si lo será también de toda España, pero desde luego, es el más grande», precisa Henry.

No hay comentarios:

Publicar un comentario