Rodrigo Camarero Abad empieza este curso a realizar sus estudios en el Seminario Mayor, lo que supone un paso más hacia su vocación al sacerdocio.
Fuente: Archidiócesis de Burgos.
Rodrigo Camarero Abad nació en Madrid en el año 2000 y hasta los 12 años vivió en Ciudad Real, a cuya provincia pertenece la localidad de Los Quiles donde recibió catequesis y fue monaguillo. Es el mayor de 3 hermanos. En 2012 viajó con sus padres a las localidades de Quintanar y Palacios de la Sierra, que se convirtieron en dos de sus lugares favoritos. En 2014 recibió la llamada del Señor al sacerdocio y decidió ingresar en el Seminario de Burgos. Ahora, después de 4 años, pasa en este nuevo curso al Seminario Mayor, donde recibirá estudios de teología para fortalecer su vocación, en lo que supone un paso más hacia la meta de convertirse en sacerdote.
Para Rodrigo, estar en el Seminario Mayor supone un paso más en su camino hacia el sacerdocio. Explica que , además, «a partir de ahora recibiré estudios de teología, que me atraen mucho, porque me permitirán profundizar en el conocimiento de Dios y fortalecer mi fe desde unas bases racionales». Reconoce Rodrigo que la vida en el Seminario no es dura, pero sí muy «ajetreada» y con «horarios muy ajustados»: «Es importante la dedicación de todo tu tiempo para aprovecharlo bien con ratos de oración y tiempo para meditar e intentar tener siempre a Dios muy presente, porque todo nos puede ayudar a conocerle. Su rutina comienza a las 06:45 horas, y tras la primera oración del día, desayuna con sus compañeros para después ir a clases a la Facultad de Teología. Allí coincide con gente que no es del Seminario, pero que también quieren formarse en estos estudios. «Después llega la hora de comer y por la tarde hago un rato de estudio y algunos días también deporte. La jornada termina con una oración y la cena, aunque después tenemos un rato de convivencia con el resto de compañeros».
A la hora de pensar en su vocación al sacerdocio, Rodrigo no se plantea ninguna preferencia especial y los expresa con claridad: «Dios me ha llamado a entregarme y a ponerme a su disposición y punto. No tengo ninguna preferencia, donde se me pida allí estaré. En los pueblos, en las ciudades y en los ámbitos que mis superiores consideren. Entiendo la vida sacerdotal como entrega a los demás para intentar atraer a las personas a Dios, esa considero que es mi misión principal». En cuanto a posibles preocupaciones, comenta que no siente temores y que confía en poder desarrollar lo que se le pida, «aunque reconozco que lo más duro y lo más difícil para mi sería sentirme solo en algún momento. La soledad es lo peor que me podría pasar, pero sabemos que siempre tenemos al Señor, aunque también es bueno sentir a otras personas a tu lado, que te apoyen y ayuden a mejorar el mundo en que vivimos». El apoyo de otros también lo ve como algo fundamental para perseverar en la vocación sacerdotal y no correr el riesgo de que el mundo le acabe cambiando a él: «Es un peligro que está ahí, no solo para el sacerdote sino para todos los católicos, sea cual sea su ámbito de actuación. Debemos tratar de ser nosotros mismos y ser fieles a nuestra fe, de lo contrario ese peligro existe. Los sacerdotes debemos tener como principal aliada la oración, la comunicación con Dios y también ser conscientes de que no podemos ir solos, debemos contar con nuestros compañeros y demás cristianos, y con el Obispo como pastor, para desarrollar la tarea pastoral necesitamos de todos».
«Conocer a Dios no es tan difícil»
Sobre este mundo, opina que la sociedad «está sedienta de Dios» y que «intenta saciarse en las cosas materiales, pero eso no llena». «Las personas necesitan dar un sentido profundo a sus vidas y solo lo pueden conseguir conociendo a Dios. Esa es nuestra misión y no es fácil, pero también es verdad que cada época ha tenido sus problemas. Antes el sacerdocio parecía más cómodo, pero nunca ha sido sencillo. Yo soy optimista, en el fondo creo que todo forma parte del plan de Dios». Y es que, según Rodrigo, conocer a Dios no es tan difícil: «Es una experiencia personal de cada uno. Yo no creo que sea muy complicado, es más sencillo de lo que puede parecer. No he tenido ni busco revelaciones especiales y directas de Dios para mi en solitario, lo veo en lo pequeños detalles de mi vida cotidiana, en el día a día, en los demás, en los estudios, en todo lo que compone la vida, tanto en los momentos buenos, como en los más difíciles y complicados».
Rodrigo concluye con un mensaje a los jóvenes como él, animándoles a no tener miedo «a decir sí». «Puede parecer que hay muchas renuncias, pero Dios no quita nada y lo da todo, lo digo desde mi experiencia propia. Cuando ofreces todas tus iniciativas a Dios y te ofreces a los demás, eres más feliz porque el Señor te da sus gracias. Decir sí a la vocación que Dios nos da, no nos resta nada, al contrario, encontramos el sentido a todo».
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