Tantos años trabajando en tu hacienda
conversando contigo
y comiendo a tu mesa
como uno más
de la familia.
Y no se nada de Ti.
No conozco los surcos
de tu rostro
ni recuerdo el timbre de tu voz.
No se todavía del color
de tus ojos
ni he aprendido el ritmo
de tu corazón.
Ay, eres todavía como un recién llegado
Siendo tan cotidiano
Y tan cercano.
Tan nuevo y sin estrenar
Como si hubiera estrechado por primera
vez hoy tu mano, cuando he sentido la
pasión turbadora y serena
Ahora mismo de tu compañía.
Tantos años trabajando en tu hacienda
Y comiendo a tu mesa
Y eres nuevo todavía para mí,
Dios mío.
Pastoral SJ
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