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miércoles, 29 de mayo de 2019

Vivir y amar más allá de nuestros miedos

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Sinopsis

 A pocos de nosotros la vida nos resulta sencilla. Poco a poco, el peregrinaje comienza a fatigarnos. Deseamos regresar a casa.

¿Por qué leer "Vivir y amar más allá de nuestros miedos"?

Rara vez la vida nos basta. La mayoría de las veces qué dónde y cómo vivimos parecen cuestiones nimias, insignificantes, banales y deprimentemente domésticas. Rara vez reparamos en si sentimos hambre o sueño, frío o calor. Rara vez saboreamos el café que bebemos. Solemos atravesar nuestros días demasiado preocupados, apremiados e insatisfechos como para poder estar realmente presentes y celebrar nuestra existencia. Parecería que siempre estamos, de algún modo, perdiéndonos la vida. Sumado a este desasosiego, están el miedo y la culpa. Vivimos siempre con temor a perder la vida, la salud, a nuestros seres queridos, nuestro empleo, nuestras certezas, nuestra juventud, e incluso a perdernos a nosotros mismos… A su vez, nuestra vida está siempre teñida de culpa frente a las cosas que hicimos mal, las que no hemos realizado y, en ocasiones, nos sentimos un poco culpables de estar vivos, sanos y disfrutando de los placeres de la vida. A pocos de nosotros la vida nos resulta sencilla. Podríamos comprender con toda claridad las palabras de san Pablo cuando dice: “Ahora vemos en un espejo, en enigma”. Vivimos como en un enigma, alejados de nuestro verdadero hogar, anhelando comprender y ser comprendidos.
El libro de este teólogo canadiense presenta una serie de sorprendentes reflexiones sobre estos temas, entre otros, que extraemos de los capítulos: “La sinfonía inconclusa: los sueños y la amistad”, “Pasión, amor y sexo”, “Mantener el fuego en la mirada: la pérdida y recuperación de la inocencia”, “El seno de Dios no es un gueto: el catolicismo y la justicia”, “La muerte lo purifica todo: la comunión de  los santos”. Intenta arrojar una luz fresca y actualizada para ayudarnos a mantener la fe despierta y el equilibrio humano propio en un mundo complejo pero lleno de la bondad de Dios.
“La pasión es el fuego de Dios en nosotros. Hasta ahora siempre se había desconfiado de la pasión en los círculos religiosos, o al menos eso parece, y se la había ensalzado en el ámbito secular. En efecto, el mundo secular siempre tendió a reclamar la pasión como propia, como algo irreligioso, como la fuerza misma que se rebela contra la religión y la cual, si uno responde a ella, libera de los ‘grilletes’ de la religión.
Predicadores, sacerdotes, autores espirituales y líderes eclesiásticos ayudaron a que dicha idea se instaurara. La Iglesia parecía estar siempre arremetiendo contra la pasión, señalando sus peligros y prohibiendo a las personas permitirse a sí mismas sentir y disfrutar toda la fuerza emocional, psicológica e instintiva de su eros.
La pasión parecía estar siempre en desacuerdo con la religión. ¡Qué equivocados estábamos! ¡Y qué equivocado ha estado el mundo secular! Hoy se ha producido un extraño e irónico revés.
El mundo secular está intentando deshacerse de toda pasión; y la Iglesia, de pronto, para su gran sorpresa, se encuentra en la novedosa posición de tener que defenderla. ¿Por qué este giro en los acontecimientos?”


Fuente: Pastoral SJ

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