El Pontífice comenzó a partir del pasaje del Evangelio del día (Mt 10, 7-13) sobre la misión de los apóstoles, la misión de cada uno de los cristianos, si se es enviado. Por esta razón afirmó que “un cristiano no puede quedarse quieto”, puesto que la vida cristiana es “hacer camino, siempre”, tal como lo dijo al comentar las palabras de Jesús en el Evangelio: “A lo largo del camino, prediquen, diciendo que el Reino de los cielos está cerca. Curen a los enfermos, resuciten a los muertos, purifiquen a los leprosos, expulsen a los demonios”. Esta es, pues, la misión y se trata de “una vida de servicio”.
La vida cristiana es para servir. Es muy triste cuando encontramos cristianos que al inicio de su conversión o de su conciencia de ser cristianos, sirven, están abiertos a servir, sirven al pueblo de Dios, y después terminan sirviéndose del pueblo de Dios. Esto hace mucho mal, tanto mal al pueblo de Dios. La vocación es para “servir”, y no para “servirse de”.
Lo recordó el Papa Francisco esta mañana en su homilía de la Misa celebrada en la capilla de la Casa de Santa Marta, a la vez que exhortó a ensanchar el corazón para recibir la gracia y para no resbalar “sobre el pago” en la vida espiritual.
Fuente: Vatican News.
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