“Yo pido la eutanasia para mí y no se la impongo a nadie”
En realidad, la ley tiene verdadera capacidad para imponer. La legalización de la eutanasia precipitaría graves consecuencias sociales. Los más débiles estarían más desamparados; los ancianos y los enfermos se verían arrastrados a pensar que son menos dignos y valiosos; algunos incluso podrían ser fácilmente eliminados sin su consentimiento y se introduciría un factor de desconfianza en la familia y en los profesionales de la medicina.
Fuente: Conferencia Episcopal Española.
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