Pongo en sus manos cada mujer embarazada, yo sé que el Señor las mira con más amor
Soy María José, vivo en la isla de La Gomera y soy matrona. Cuidar de las embarazadas forma parte de mi vida desde hace ya bastantes años. Para mi no solo es mi profesión, es mi vocación y en este tiempo tan difícil la vivo con mayor intensidad.
A pesar del aislamiento, es necesario seguir los controles habituales del embarazo. Cada mañana voy al centro de salud para atender a las mujeres que vienen a la consulta o las llamo por teléfono. Informar y aconsejar es muy importante en estos momentos, pues el miedo a que el coronavirus pueda afectar a su embarazo, la preocupación por tener que desplazarse para hacer pruebas o las dudas de cómo será el parto en la circunstancias actuales, inquietan a las embarazadas y a sus familias. Esto hace que cuide más los detalles, intentando acompañar a cada mujer para que no se sientan perdidas ni desprotegidas.
Sé que soy afortunada porque puedo poner mi granito de arena para que esto que estamos pasando vaya mejor.
Como yo vivo mi profesión, la oración y la relación con el Señor son indispensables. Con Él comparto mi vida cotidiana y mis temores, le pido que me dé capacidad para ser más cercana, para aliviar este estrés que sobrecarga, para intentar que el ambiente no enturbie la alegría de la maternidad, para hablar del futuro con esperanza.
Pongo en sus manos cada mujer embarazada, yo sé que el Señor las mira con más amor. Cuidar con el Señor al lado hace que mi responsabilidad sea más llevadera y que aparezcan recursos que no había pensado para llegar a quien me necesita.
En los 35 años que soy matrona he sentido la presencia de Dios en mi trabajo y he constatado que nunca me ha abandonado. En este tiempo de necesidad e inseguridad, descansar en Él y saber que está me da fuerza. Me siento más vulnerable y débil pero constato más su empuje que me sostiene y le doy gracias, consciente de que todo es pura Gracia.
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