La Fe.
"La fe es la virtud principal y quién no cree es parecida a aquellos Judíos que en el desierto se rebelaron a Moisés. Sin la fe no se entra en el reino de Dios, ésta es la vida del alma. El cristiano es el que, con el ojo del corazón iluminado por la fe, intuye los misterios de Dios y hace pública profesión.
La fe verdadera es acompañada por la caridad. Creer en Dios para el cristiano, no significa nada mas creer que Dios existe y ni siquiera creer que Él es verdadero, significa creer queriendo, creer abandonándose en Dios, uniéndose y conformándose a Él".
La esperanza
"La esperanza es la espera de los bienes futuros... A la desesperación falta la fuerza para progresar porque quien ama el pecado no puede esperar en la gloria futura. Sin embargo se necesita que la esperanza no se convierta en presunción, sino que sea acompañada por el temor, que es principio de sabiduría. Nadie en efecto puede llegar a gustar la dulzura de la sabiduría si primero no prueba la amargura del temor. Hasta que el hombre espera. Dios le concede el perdón, la gracia; si el hombre se arrepiente sus pecados, puede esperar la dulzura del perdón".
El amor.
"Hay un solo amor hacia Dios y el prójimo: es el Espíritu Santo, porque Dios es amor. El amor, San Agustín dice, ha tenido de Dios esta norma: que nosotros amemos de todo corazón Dios por Él mismo y al prójimo como a nosotros mismos; es decir por el mismo objetivo y por el mismo motivo por el cual amamos a nosotros mismos, por lo tanto en el bien.
¡Como es grande el amor de Dios por nosotros! Él nos manda a su Hijo unigénito para que nosotros Lo amemos, sin el cual, vivir es morir ya que quien no ama permanece en la muerte. Si Dios nos ha amado tanto de darnos a su Hijo predilecto, por el cual todo ha sido hecho, también nosotros tenemos que amarnos los unos a los otros".
"Tenemos que creer firmemente y abiertamente confesar que el mismo cuerpo que nació de la Virgen, fue colgado en la cruz, yació en el sepulcro, resucitó el tercer día, subió a la derecha del Padre, es el mismo cuerpo dado por Jesús como alimento a los Apóstoles y el mismo que la Iglesia consagra cada día y les distribuye a los fieles.
Sobre el altar, bajo las señales del pan y el vino, esta presente Jesús mismo, revestido de la humana carne con la que se ofreció al Padre divino y también ahora se ofrece cotidianamente. Quien lo recibe es colmado de todo bien: las tentaciones son apagadas, las amarguras se cambian en alegrías y la piedad encuentra su alimento".
Escritos de San Antonio de Padua
No hay comentarios:
Publicar un comentario