FUENTE: MANOS UNIDAS.
Texto de Encarni Escobar Priego, secretaria técnica de proyectos de Manos Unidas.
Sabíamos que el derecho al agua es imprescindible para la vida, para la higiene, para cultivar y producir nuestros alimentos. Sabíamos que el derecho a la salud es esencial e inalienable y que requiere de servicios sanitarios de calidad y cercanos. Sabíamos que el derecho a la alimentación es fundamental y que la agricultura familiar sostenible y respetuosa con el medioambiente es una buena parte de la solución. Y sabíamos que, para preservarla, hay que poner freno a las grandes industrias agroalimentarias y mineras, antes y ahora, para que no acaparen tierras que otros han cuidado durante años y les han dado de comer.
Campesinos y desplazados internos, que habían migrado a las ciudades en busca de mejores oportunidades, se vieron atrapados y confinados en infraviviendas sin su ingreso diario e informal, y comprendieron rápidamente que, en el campo, junto a sus familias, aún había alimento: un alimento orgánico que ahora está salvando del hambre a muchas comunidades.
A causa del virus, se ha producido desde las ciudades un notable éxodo hacia zonas rurales en países de Latinoamérica, África y Asia.
Por ello, en Manos Unidas seguiremos apoyando a los pequeños productores que promueven la seguridad y la soberanía alimentaria, al igual que seguiremos apoyando el acceso al agua y a la atención sanitaria. Apoyaremos también el empoderamiento real de las poblaciones más empobrecidas para que sean capaces de reclamar sus derechos. Ahora, en muchos países, también del Sur, se están movilizando fondos –tanto públicos como de grandes fortunas–, ayudas sociales, alimentarias y al tejido empresarial… Sólo una sociedad civil fuerte y organizada podrá controlar que estas ayudas lleguen efectivamente a quienes iban destinadas, sin que la corrupción las atrape y haga desaparecer.
Ahora más que nunca serán las comunidades organizadas y cohesionadas las que saldrán airosas tras una fuerte embestida del coronavirus; las comunidades más equitativas, donde se escuche y respete a las mujeres igual que a los hombres. También por eso seguiremos trabajando en la cohesión de organizaciones de base con equidad.
Sigue vigente nuestra defensa tanto del «bien común» como de la «casa común».
La expansión del virus ha dejado muy claro que vivimos en un solo mundo, interconectado e interdependiente –aunque también desigual e injusto– y que tenemos que cuidar y cuidarnos porque lo que pasa en China puede tener consecuencias graves para nuestra salud al igual que lo que pasa en los países desarrollados e industrializados afecta a los más pobres.
Por ello, en cuanto pase la tormenta, retomaremos los proyectos que estábamos llevando a cabo. Ajustaremos lo necesario junto a las organizaciones locales con las que colaboramos, pero el centro de nuestro trabajo seguirán siendo las personas y sus derechos.
La respuesta de Manos Unidas a la crisis del coronavirus
Esta crisis en la que nos hemos visto de repente inmersos nos plantea retos que nunca nos habríamos imaginado muchas organizaciones del Tercer Sector. En Manos Unidas nos hemos preguntado cómo responder y lo estamos haciendo con cercanía, con solidaridad, con respeto y con agilidad.
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