Esta invitación a la solidaridad económica con las víctimas de las injusticias tiene destinarios reales: las familias sin recursos, las personas mayores que viven solas, quienes no tienen empleo, o los que viven en la calle y no pueden refugiarse en el calor de un hogar. Y también de las personas que afrontan el duelo de la ausencia de quienes esta Navidad no se sentará a la mesa, de las personas que han perdido sus medios de vida a causa de la pandemia o de las personas migrantes que siguen hacinándose en nuestras islas y en las costas sin que lleguen soluciones.

La Campaña de Navidad de Cáritas de este año se enmarca dentro de la misma llamada a la solidaridad con las víctimas de la emergencia social causada por el coronavirus, que se puso en marcha a principios de marzo bajo el lema general “Cada gesto cuenta”.

Una Navidad diferente 

Con esta llamada a “estar más cerca que nunca”, a superar la distancia física y el alejamiento emocional que impone el uso de mascarillas, Cáritas propone vivir, como se señala en los materiales editados dentro de la Campaña, “una Navidad diferente y un estilo de vida radicalmente distinto y revolucionario que tiene su origen en un pesebre”.

“La Navidad –recuerda Cáritas en la campaña— llega de nuevo para sacarnos de nuestros letargos y ensimismamientos, para deslumbrarnos con las luces que brillan en la generosidad de las personas voluntarias, en los gestos que cualquiera podemos hacer para cuidar y acompañar, en el tiempo que regalamos sin prisas y disponible para escuchar, preguntar, mirar a los ojos, y ser capaces de reconocer y agradecer todo lo bueno que recibimos todos los días”.

¿Cómo podemos estar más cerca?

La distancia física que nos exige el cuidar a lo demás y el cuidarnos para frenar la expansión de este virus letal está encapsulando los afectos y las emociones. Cada día el aislamiento se hace más costoso y es fácil ceder ante el desánimo y el no llegar a ver un horizonte cercano y libre de la enfermedad. E imaginar que no vamos a poder encontrarnos con los que queremos de la misma forma que otros años, aún nos parece una ficción.

Ante esta situación, la Campaña de Navidad de Cáritas invita a que cada uno de nosotros seamos una “estrella de Belén que ayude a alumbrar caminos, los de personas que conoces y los de otras que quizás estén más lejos de tu día a día, a ser estrella que con su luz alumbre esperanza a través de gestos generosos y sencillos que faciliten encuentro, diálogo, oportunidad”.

Regalar nuestro mejor gesto esta Navidad

Hay gestos concretos que pueden hacer que esta Navidad sea de verdad distinta y contribuyan a tejer red y cercanía, y a convertirse en el mejor regalo para los demás. Estos son algunos de los gestos que propone la Campaña de Navidad de Cáritas: – Comparte tus bienes con los que menos tienen. Y DONA. La generosidad ensancha el alma.

– Valora y disfruta una Navidad más sencilla y austera donde des valor a lo que verdaderamente te importa.

– Escucha y lee las noticias con mirada larga y amplia, que te permita tomar conciencia de que muchas personas en muchos lugares viven realidades muy distintas a la tuya.

– Consume con corazón y con cabeza. Que el consumo que realices sea responsable y justo, y tenga en cuenta el bienestar de otras personas.

– Agradece y ofrece. Reconocer los dones que recibimos y disfrutamos nos dispone para agradecerlos y compartirlos con los demás.

– Cultiva el encuentro y la amistad, que los demás te sientan cerca. Una conversación, escribir una carta o una tarjeta de Navidad, cocinar para alguien, regalar un dibujo o una manualidad… hay cientos de formas para expresar amor y cercanía.

– Realiza gestos gratuitos que ayuden y mejoren la vida de otras personas, que sirvan para aliviar la soledad y la tristeza, para cuidar y acompañar, para cooperar con otros y hacer la vida más plena y feliz para todos.

– Tómate un tiempo diario para estar en silencio, para orar, meditar o contemplar. Convertir estas prácticas en hábitos nos ayuda a crecer en sensibilidad y a vivir con mayor atención a la realidad.

– Conecta y hermánate con la Naturaleza sin invadirla ni querer conquistarla. Aprender a amarla nos lleva a realizar gestos concretos y cotidianos para cuidarla y preservarla.