(Conf. 10,22,32)
¿Lejos, Señor,
lejos de mi corazón,
que se desnuda ante ti;
lejos de mi pensamiento
el considerarme satisfecho
con cualquier alegría o placer!
Hay un gozo
que no puede ser percibido por los
depravados.
Sólo quienes te sirven generosamente
son capaces de sentirlo.
Tú mismo eres ese gozo:
El placer, la felicidad está en gozar de ti,
en gozar para ti,
y en gozar por ti.
Esta es la verdadera felicidad y no otra.
Quienes fijan su felicidad en otros objetivos
buscan otra cosa,
no la auténtica felicidad,
no el verdadero placer.
San Agustín.
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