(Conf 1,2,2)
¿Cómo Puedo invocarte, Señor y Dios mío,
cuando al invocarte te estoy invitando a
venir a mí? ¿Acaso hay dentro de mí un
lugar en el que tú puedas acampar?
Tú, que eres el autor del cielo y de la tierra,
¿puedes encontrar dentro de mí un rincón
suficientemente espacioso para tu morada?
Pero, ¿es que puedes alojarte en el cielo y la
tierra que tú creaste?
Es cierto que tú resides en todos los seres,
por el hecho de que sin ti nada existiría;
ni siquiera yo mismo. Entonces, ¿por qué te
pido que vengas a mí? Porque ¡nada sería,
Dios mío, nada sería yo en absoluto;
si tú no moraras dentro de mí!
O si quieres mejor, porque ¡nada sería, si no
estuviera en ti, de quien, por quien y en
quien son todas las cosas!
Así, Señor, así es.
San Agustín.

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