(Conf. 1,5,6)
La casa de mi alma es demasiado pequeña
para acogerte, Señor.
Hazla más grande.
La casa de mi alma amenaza ruina.
Restáurala, Señor.
Lo sé, reconozco que da pena verla.
¡Está tan destartalada!
¿Quién será capaz de arreglarla?
Ciertamente, yo no.
¡Sólo tú puedes arreglarla y limpiarla!
Puesto que así lo creo,
por eso me dirijo a ti.
¡Y.. tú lo sabes, Señor!.
San Agustín.

No hay comentarios:
Publicar un comentario