(Conf 5, 1, 1)
Que mi espíritu te alabe,
para que pueda llegar a amarte.
Que confiese tus muchas misericordias,
para que sepa así alabarte.
Todas las criaturas no cesan
ni se avergüenzan de alabarte.
No hay espíritu alguno que no te alabe
con su boca.
Aun los demás seres, animados o
inanimados,
no cesan de alabarte
por medio de quienes les contemplan.
Todo el Universo me invita
a que salga de mi modorra
y me alce hacia ti,
que eres mi puesta a punto y mi fuerza.
San Agustín.

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